lunes, 17 de junio de 2013

SE PREPARA EL MAGNICIDIO DE MADURO Y DE DIOSDADO CABELLO


Busch y la CIA 
Los agentes  y criminales a sueldo de  la CIA , que operan en Chile, Washington Moreira (con la chapa de la DEA) y Todd Porter (con la chapa del FBI), alias “Carlitos”, son los encargados  de gestionar el traspaso de recursos clandestinos para llevar a efecto el asesinato de Nicolás Maduro o de Diosdado Cabello, antes de fin de año.

Los escépticos, pueden preguntar en la embajada norteamericana en Santiago.

En este  plan existen dos escenarios posibles.

El primero, se refiere al  asesinato de Maduro, dentro de un ambiente de caos social y desorden generalizado, creado artificialmente. Este crimen  busca  provocar un vacío de poder para presionar una  intervención militar, apoyada por la oposición  conducida por  Capriles.

La CIA ha redoblado sus contactos con mandos militares para sondear sus posibles reacciones ante tal evento.

La preparación  del terreno incluye la  violencia en las calles. Ésta, será protagonizada, entre otros,  por grupos que  se dirán vinculados con la ultraizquierda, pero que son digitados desde la estación de espionaje  de la embajada estadounidense en Caracas.

Luego ultimarán a  Maduro,  para lo cual la CIA convocó a francotiradores cubanos –  anticastristas, ingresados ilegalmente al país.

Para ahondar el descontento, está  en marcha una operación de gran envergadura  para producir en la población,  el pánico por  desabastecimiento.
En esto, la CIA seguirá el modelo utilizado para derrocar el gobierno  de Salvador Allende en Chile, aplicado  a partir de 1970 y que concluyó con  el golpe de Estado de 1973, encabezado por Pinochet

El guión parte con personas  que aparecen, repentinamente,  en los almacenes de barrios y que compran en exceso o se  llevan todos los  artículos esenciales, especialmente alimentos.

De esa manera, la demanda  superará  inexplicablemente, y por muchas veces,  la oferta, incubando en la gente la sensación de escasez,  imposibilitando de paso, la reposición en igual escala.

Es lo que se conoce, dentro de las operaciones  de guerra psicológica de la CIA, como el efecto  “de las vitrinas vacías”,  usado para impulsar un clima de  desesperación y desconfianza.

A continuación, empezarán  a  aparecer las filas de consumidores a la espera de comprar artículos de primera necesidad.

Todo esto  será aprovechado mediáticamente y hasta la saciedad,  por la oposición, con despachos de TV en directo, especialmente desde localidades pobres, para socavar  la base de apoyo al chavismo.

Para acrecentar el proceso, los dineros de la CIA irán a financiar la paralización del transporte de carga terrestre a nivel nacional.

Luego, sobornarán a las grandes empresas de distribución de mercancías para que suspendan o atrasen los envíos.

Los supermercados, las fábricas  de alimentos y haciendas agrícolas, gracias a los dineros de la CIA, acapararán los productos, es decir, los retendrán, ocultarán o destruirán, además de producir más lento, para culminar en un boicot de gran magnitud.

Aparecerá un mercado negro, en donde esos productos serán vendidos a  precios muy superiores  a los normales, creando un gran negocio para los especuladores y traidores,  a costa de las familias más vulnerables.

Así, irritarán a los sectores populares  y, de esa forma,  responsabilizarán  al gobierno  de ineficacia económica.

Los dólares de la agencia, también se usarán en la corrupción de dirigentes  sindicales de  empresas estratégicas, para promover la paralización de actividades o el trabajo pausado.

Para aumentar el temor en las ciudades, se derribarán  torres de alta tensión eléctrica  por medio de bombazos, con el objetivo de dejarlas a oscuras  y a merced de la delincuencia. La  conmoción y la inseguridad pública, son los otros  flancos que buscan explotar.

No sería raro que atentaran en contra de la vida de más de algún opositor para radicalizar la desestabilización.

De dificultarse el asesinato de Maduro, se activaría una segunda opción para forzar el ingreso de los militares al poder.

Esta  consiste en  matar a Diosdado Cabello, culpando  a Nicolás Maduro y al servicio de inteligencia iraní, dando a conocer,  en la prensa  de oposición y en los medios que la CIA maneja en el extranjero, que habría existido una pugna de poder por el liderazgo del movimiento bolivariano.  CNN sería la encargada de darle cobertura internacional a estas mentiras.

En este desconcierto, no se deben descartar actos terroristas destinados a matar a oficiales de las Fuerzas Armadas o de la  Policía que sean leales al gobierno. La CIA y sus esbirros, no pueden arriesgarse a que soldados patriotas  denuncien  a los conspiradores.

LAS CONEXIONES CHILENAS
El financiamiento de esta operación vendría otra vez del narcotráfico de grandes cantidades de cocaína, que la CIA   pasa por Chile.

Se utilizaría, para estos menesteres,  a la empresa con presencia en Chile, Bolivia, Perú y Colombia, llamada  Crawford & Company, comandada por su CEO, Jeffrey Bowman, desde la sede matriz en Atlanta, USA.

Esto es conocido por  el ministerio del interior chileno, dirigido actualmente por Andrés Pío Chadwick, reconocido  pinochetista, quien, lideró  una turba de la DINA ( policía política de Pinochet), en 1976,que intentó matar con pedradas y golpes de palos a obispos católicos, defensores de Derechos Humanos, en el aeropuerto Pudahuel, a la llegada de éstos  desde Ecuador ( El CELAM – Riobamba). Por eso, fue excomulgado. Aquella cobarde agresión, en su momento, fue sabida  y aprobada por su amigo, otro  recalcitrante pinochetista  y  actual candidato presidencial  de la derecha, Pablo Longueira.
En esta  acción  de desestabilización de Venezuela, es parte el Mossad, a través de uno de sus agentes en Chile y actual Ministro de Defensa, Rodrigo Hinzpeter.

Otro agente  vinculado a la CIA, es Rodrigo Ubilla , Subsecretario del gobierno de  Piñera.

Conocedores de estos antecedentes son los funcionarios de Interior Marko Magdic y Rodrigo Barros Belmar.

Tomado de  http://www.pnews.cl

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