Los
agentes y criminales a sueldo de la CIA , que operan en Chile,
Washington Moreira (con la chapa de la DEA) y Todd Porter (con la chapa
del FBI), alias “Carlitos”, son los encargados de gestionar el traspaso
de recursos clandestinos para llevar a efecto el asesinato de Nicolás
Maduro o de Diosdado Cabello, antes de fin de año.
Los escépticos, pueden preguntar en la embajada norteamericana en Santiago.
En este plan existen dos escenarios posibles.
El primero, se refiere al asesinato de
Maduro, dentro de un ambiente de caos social y desorden generalizado,
creado artificialmente. Este crimen busca provocar un vacío de poder
para presionar una intervención militar, apoyada por la oposición
conducida por Capriles.
La CIA ha redoblado sus contactos con mandos militares para sondear sus posibles reacciones ante tal evento.
La preparación del terreno incluye la
violencia en las calles. Ésta, será protagonizada, entre otros, por
grupos que se dirán vinculados con la ultraizquierda, pero que son
digitados desde la estación de espionaje de la embajada estadounidense
en Caracas.
Luego ultimarán a Maduro, para lo cual
la CIA convocó a francotiradores cubanos – anticastristas, ingresados
ilegalmente al país.
Para ahondar el descontento, está en
marcha una operación de gran envergadura para producir en la población,
el pánico por desabastecimiento.
En esto, la CIA seguirá el modelo
utilizado para derrocar el gobierno de Salvador Allende en Chile,
aplicado a partir de 1970 y que concluyó con el golpe de Estado de
1973, encabezado por Pinochet
El guión parte con personas que
aparecen, repentinamente, en los almacenes de barrios y que compran en
exceso o se llevan todos los artículos esenciales, especialmente
alimentos.
De esa manera, la demanda superará
inexplicablemente, y por muchas veces, la oferta, incubando en la
gente la sensación de escasez, imposibilitando de paso, la reposición
en igual escala.
Es lo que se conoce, dentro de las
operaciones de guerra psicológica de la CIA, como el efecto “de las
vitrinas vacías”, usado para impulsar un clima de desesperación y
desconfianza.
A continuación, empezarán a aparecer las filas de consumidores a la espera de comprar artículos de primera necesidad.
Todo esto será aprovechado
mediáticamente y hasta la saciedad, por la oposición, con despachos de
TV en directo, especialmente desde localidades pobres, para socavar la
base de apoyo al chavismo.
Para acrecentar el proceso, los dineros
de la CIA irán a financiar la paralización del transporte de carga
terrestre a nivel nacional.
Luego, sobornarán a las grandes empresas de distribución de mercancías para que suspendan o atrasen los envíos.
Los supermercados, las fábricas de
alimentos y haciendas agrícolas, gracias a los dineros de la CIA,
acapararán los productos, es decir, los retendrán, ocultarán o
destruirán, además de producir más lento, para culminar en un boicot de
gran magnitud.
Aparecerá un mercado negro, en donde
esos productos serán vendidos a precios muy superiores a los normales,
creando un gran negocio para los especuladores y traidores, a costa de
las familias más vulnerables.
Así, irritarán a los sectores populares y, de esa forma, responsabilizarán al gobierno de ineficacia económica.
Los dólares de la agencia, también se
usarán en la corrupción de dirigentes sindicales de empresas
estratégicas, para promover la paralización de actividades o el trabajo
pausado.
Para aumentar el temor en las ciudades,
se derribarán torres de alta tensión eléctrica por medio de bombazos,
con el objetivo de dejarlas a oscuras y a merced de la delincuencia. La
conmoción y la inseguridad pública, son los otros flancos que buscan
explotar.
No sería raro que atentaran en contra de la vida de más de algún opositor para radicalizar la desestabilización.
De dificultarse el asesinato de Maduro, se activaría una segunda opción para forzar el ingreso de los militares al poder.
Esta consiste en matar a Diosdado
Cabello, culpando a Nicolás Maduro y al servicio de inteligencia iraní,
dando a conocer, en la prensa de oposición y en los medios que la CIA
maneja en el extranjero, que habría existido una pugna de poder por el
liderazgo del movimiento bolivariano. CNN sería la encargada de darle
cobertura internacional a estas mentiras.
En este desconcierto, no se deben
descartar actos terroristas destinados a matar a oficiales de las
Fuerzas Armadas o de la Policía que sean leales al gobierno. La CIA y
sus esbirros, no pueden arriesgarse a que soldados patriotas denuncien
a los conspiradores.
LAS CONEXIONES CHILENAS
El financiamiento de esta operación
vendría otra vez del narcotráfico de grandes cantidades de cocaína, que
la CIA pasa por Chile.
Se utilizaría, para estos menesteres, a
la empresa con presencia en Chile, Bolivia, Perú y Colombia, llamada
Crawford & Company, comandada por su CEO, Jeffrey Bowman, desde la
sede matriz en Atlanta, USA.
Esto es conocido por el ministerio del
interior chileno, dirigido actualmente por Andrés Pío Chadwick,
reconocido pinochetista, quien, lideró una turba de la DINA ( policía
política de Pinochet), en 1976,que intentó matar con pedradas y golpes
de palos a obispos católicos, defensores de Derechos Humanos, en el
aeropuerto Pudahuel, a la llegada de éstos desde Ecuador ( El CELAM –
Riobamba). Por eso, fue excomulgado. Aquella cobarde agresión, en su
momento, fue sabida y aprobada por su amigo, otro recalcitrante
pinochetista y actual candidato presidencial de la derecha, Pablo
Longueira.
En esta acción de desestabilización de
Venezuela, es parte el Mossad, a través de uno de sus agentes en Chile y
actual Ministro de Defensa, Rodrigo Hinzpeter.
Otro agente vinculado a la CIA, es Rodrigo Ubilla , Subsecretario del gobierno de Piñera.
Conocedores de estos antecedentes son los funcionarios de Interior Marko Magdic y Rodrigo Barros Belmar.
Tomado de http://www.pnews.cl
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